Nuestra editora Soe Kabbabe tuvo la oportunidad de entrevistar a Laura Pausini para la revista Ser Padres. La italiana, quien ahora también es jueza de La Banda, revela cómo la maternidad la ayudó a crecer como persona y lo que aprendió de sí misma al convertirse en mami de Paola, su única hija.
«Con la llegada de Paola he descubierto que lamentarse no sirve de nada; que la muerte es lo único a lo que debemos temer. Ese sería mi más grande miedo ahora que soy mamá. Mi hija sin saberlo me hizo entender por qué vivimos. Ha sido su enseñanza más grande.
Ser mamá me ha cambiado como persona, mi personalidad. Siempre fui una mujer inquieta e introvertida. Sigo siendo una persona melancólica porque es parte de mi personalidad… Pero desde que llegó Paola soy otra mujer, otra alma. Soy mucho más abierta, feliz, tranquila y una sonrisa constante en mi rostro.
Antes vivía para trabajar, todo era preocupación. Estaba demasiado concentrada en entender mis errores y me sentía sola. Hoy en día continuo con mi trabajo pero sólo si ella está a mi lado. Ahora lloro de felicidad cada vez que me levanto y me dice una palabra nueva. La diferencia es que ahora no estoy sola… Mi primera canción a los 18 años se llamaba “La Soledad” mientras que el nombre de mi nuevo disco es “Similares”… ¿Ves? Es otra manera diferente de ver la vida.
Tenemos una rutina como cualquier otra. Laura, la mamá, es tan común como tú y como yo. Nos levantamos juntas, desayunamos… Lo único es que hago mi maleta sin ella –risas—. Pero viajamos y jugamos en el avión, comemos, disfrutamos cada momento. Abro la maleta cuando Paola no está por ahí –risas— cenamos y nos dormimos juntas. Es esos días que no viajo, lo sustituyo por “trabajo mientras ella me espera con su padre”. De alguna manera trato de combinar ambas pasiones, aunque Paola siempre va primero.
El hecho de que no he parado se lo debo a ella. Fuimos a Londres a un concierto cuando sólo tenía cuatro meses, desde aquel día supimos que Paola era feliz viajando y he empezado a decir que sí a otras invitaciones. A ella le encanta. Cuando estamos en una misma ciudad por más de 10 días me dice, ¿y cuando volamos otra vez? ¡No me lo creo!
Gracias a ella, aprendí a amar con todo mí ser. Pienso que no te das cuenta de lo grande qué es un amor así hasta que sucede. Todo se puede –las madres a veces tenemos que ser malabaristas— y lo sé desde que Dios me mostró el milagro de ver a mi hija. Estuve ocho años tratando de quedar embarazada y no sucedía, estaba deprimida. Incluso contemplé la posibilidad de adopción y en ese proceso, quedé embarazada naturalmente. Créeme que fue como un abrir de ojos. A partir de allí, ¡me juré a mí misma no lamentarme por nada!»