Raúl de Molina, presentador de El Gordo y la Flaca, es un rostro muy querido entre los hispanos. Bien puede decirse que el cubano es un ícono del periodismo de farándula en nuestra cultura. Pero detrás de eso, existe un hombre como cualquier otro, apegado a sus raíces, a su esposa Mily y su hija Mía, quienes lo mantienen con los pies en la tierra.
He aprendido que ser papá es bien difícil, y creo que hasta ahora me vengo dando cuenta de la magnitud. Mía ahora tiene 14 años y como padre piensas “cuando tenga cinco años se va a portar mejor, o cuando tenga siete, 10, 12… Ya va para 15 y es un dolor de cabeza para el padre, es verdad y no me da pena decirlo. Convertirme en padre ha sido la felicidad más grande, pero todos los días es una batalla con mi hija el día entero.
Confieso que me asusta cómo han cambiado las cosas alrededor de los años. Antes, a Mía le gustaba mucho ir de vacaciones con nosotros. Ahora que tiene 14 no le interesa. “No quiero, o quiero aquello”, “vamos a llevar dos amigas al viaje” o “me quiero quedar con mis amiguitas”… y ese es el dolor de cabeza más grande. En las penúltimas vacaciones que tuvimos en Sri Lanka, Mía lo único que me preguntaba era que dónde le iban a celebrar su cumpleaños. ¡Imagínate 14 días en eso! ¿Su cuento? Quería rentar varias habitaciones en un hotel de Miami Beach con un poco de amiguitas y pretendía que en ese mismo momento durante de las vacaciones, yo me metiera al internet a prepararle todo. Al final, no se le celebró porque los hoteles estaban carísimos. Sólo le alquilé un party bus que la llevó a ella y sus amigas a su restaurante favorito.
¡Qué Dios me ampare cuando llegue la época de los novios! Horrible, ya lo sé. Un día, un muchachito llegó a la casa y dijo “yo soy el novio de Mía. ¿Ella está aquí?”. Yo le contesté, “no, Mía no está. Si tú eres su novio, deberías saberlo”. Me entraron los celos de padre. Le pregunté a Mía y claro, no eran novios. Esa es una escena que no quiero repetir en muchos, muchos años.
Yo trato de que ella aprenda hacer las cosas, pero mi esposa, quien es psicóloga y trabajadora social con maestrías y estudios en psicología, deja que Mía haga más de lo que quiere. Mily siempre dice “ay, pobrecita la niña, esto y lo otro”. Y ahí es cuando yo me pongo más fuerte. ¡Esa es nuestra historia! Fíjate, Mía me ha dicho que no le gusta salir en televisión, que no quiere que ponga sus fotos en Instagram o en Twitter, que ya está cansada, que no quiere que la gente la vea en eso… En fin. Antes le gustaba la farándula. Ahora sale con que quiere “privacidad”.
Y es difícil, ¿sabes? Donde quiera que vamos la gente pregunta por Mía. Si nosotros llegamos a un hotel o a un restaurante me dicen, “¿Mía no vino con ustedes?”. Incluso en ciudades grandes como Nueva York, cuando estamos juntos, la gente nos detiene para verla y saludarla. De alguna manera no puedo controlar eso aunque a ella no le guste. Te digo con honestidad, no la veo en televisión. No sé. A mí sí me gustaría. Todo el mundo la conoce, pero ella no tiene ningún interés. Mía está enfocada más bien en el fashion, la moda, la ropa… Quizás se vaya por ese camino.
Sea cual sea su decisión, mi gran consejo es que uno debe tratar de conseguir lo que desea. Que siga mi ejemplo… Y no te estoy hablando de televisión, estoy hablando de la vida en general. De conseguir lo que quieres, nunca darte por vencido y siempre seguir intentando hasta llegar lejos. Así funciona esto. Darle y darle hasta que estás en la cima.