El actor Gabriel Valenzuela ha sabido ganarse el cariño del público en tiempo record y a pesar de ser considerado como todo un galán, en casa cumple uno de los papeles más difíciles. El mismo colombiano te cuenta un poquito de su vida como papá de Emanuel, de 11 años y Violeta, de 4.
Cuando no estoy trabajando, más o menos dedico dos horas al gimnasio. Me gusta ir a las saunas que es buenísimo para la piel y para desintoxicar el cuerpo, broncearme y seguir una buena rutina de cremas para el cuidado del rostro. Utilizo mucho los productos de L’Occitane, Gucci y La Mer para hombres. Aunque a veces me entran los antojitos colombianos (que me toca preparar en casa… ¡Sí, yo cocino!), trato de comer lo más sano y saludable posible. Para mí, el ejercicio cardiovascular y las pesas son esenciales –mi mayor enfoque es definir los músculos y bajarle el porcentaje de grasa al cuerpo. Pero quizás lo más importante es mantener la mente feliz. Eso es lo que segrega todas las endorfinas y la química que uno necesita. Cuando te sientes bien, tu cuerpo va a estar bien.
Sinceramente pienso que convertirse en papá no es excusa para dejar de lado la apariencia. Incluso tienes que empaparte aún más cuando tienes niñas. Que te lo digo que yo que me ha tocado aprender a cepillarle el pelo, a cuidárselo… obviamente lo que ella usa es diferente a lo mío. Puedo decir que ya soy experto en ir al supermercado y comprarle lo que necesite. Con mi hijo es algo distinto porque al fin y al cabo somos hombres y puedo enseñarle mi misma rutina de belleza.
La paternidad me ha enseñado todo. Es el don que nos han regalado para poder crear otras vidas. El cuidar, el compartir absolutamente todo lo que tienes o más aún, dar todo lo que tú tienes a otro ser humano y tener la responsabilidad de enseñarle lo mejor a esa persona para que el día de mañana también deje un legado. Creo que es la forma más pura que existe de la palabra amor. Ahora entiendo que lo que decían los abuelos era cierto –no tenemos un manual de instrucciones donde nos digan como criar a los hijos. Tal vez por eso es una de las experiencias más lindas que puede vivir una persona.