Tal vez no sea latina, pero Arianna Huffington pisó los Estados Unidos con nuestras mismas esperanzas y sueños. Considerada como una de las mujeres más poderosas de los medios, Arianna, fundadora del sitio web de noticias Huffington Post, ha llegado lejos gracias a una constancia que casi le cuesta su sanidad. Su historia, su vida como mamá y como emprendedora, va a inspirarte, vengas de donde vengas.
Mi mañana perfecta comienza la noche anterior, con una buena noche de sueño –que significa de siete a ocho horas. Una vez que estoy despierta, tomo un minuto para respirar profundamente, agradecer y enfocarme en mi intención del día. Luego sigo con media hora de meditación. También practico yoga. ¿Productos? Ahora no me complico. Mientras más sencilla la rutina, mejor. Tengo una esteticista maravillosa, Mila Moursi, y utilizo su leche limpiadora, el tóner y suero nocturno. ¡La belleza es la suma de los buenos hábitos!
Durante mucho tiempo, creí en el engaño de sacrificar tu vida por la realización y el éxito. Nada más alejado de la realidad. El cambio llegó cuando comprendí que vivir bien no sólo era dar el 100% de mi energía. El rendimiento, en todos los aspectos, mejoró cuando comencé a notar las maravillas que estaban a mí alrededor. Sí, suena raro escucharlo de mi boca, ¡pero no se debe vivir para trabajar!
Lamentablemente, eso lo comprendí de una manera dolorosa. En la mañana del 6 de abril de 2007, me encontraron desmayada en mi oficina, en un charco de sangre. Resulta que, en medio de mis ediciones, me había golpeado la cabeza con el escritorio. ¡Casi pierdo mis ojos! Colapsé por el cansancio y la falta de sueño. Entre médico y médico, entre resonancias magnéticas y ecocardiogramas, supe que no era nada más allá del agotamiento físico. Sin embargo, ¿quién hubiera dicho que la sala de espera de un hospital me abriría tantas puertas? En ese momento me hacía a mí misma un montón de preguntas… ¡¿Qué tipo de vida estaba viviendo?! Decidí cambiar. Por mi salud, por mis hijas, por mi vida. No se trata de llenarte el bolsillo de dinero, sino de seguir tu propósito con una mente clara y sana.
Como madre, estoy infinitamente inspirada por la creatividad, sabiduría y humor de mis hijas. Aprendo de ellas a cada minuto – es una de las muchas alegrías de ser madre que nadie te dice. Cuando se trata de mi carrera, me inspira la oportunidad de trabajar con un increíble equipo de reporteros y editores de todo el mundo a través del HuffPost y seguir ampliando la plataforma, dándole la bienvenida a nuevos mercados; me inspira contar historias que realmente importan. Ahora estamos en 11 países, y la expansión seguirá hacia India, Medio Oriente y Grecia.
Créeme que entiendo a las mujeres profesionales que tienen hijos. Cuando tienes tantos “sombreros”, cuidar de uno mismo se hace aún más difícil. En la cultura actual, tener hijos es visto como un obstáculo en tu profesión. Es cierto que existen retos, sobre todo porque las mujeres nos convertimos en malabaristas, pero para mí, tener hijos fue el mejor antídoto posible a mi adición al trabajo, a estar encima de las tendencias. Me dio la perspectiva y la capacidad de ser más independiente de los inevitables altibajos de la vida laboral. El saber que iba a ver a mis hijas al final del día, ponía mi jornada de trabajo en una luz diferente. Incluso una simple llamada telefónica de una de ellas, es un recordatorio de lo que es realmente importante en mi vida. A pesar de que yo siempre trabajé duro, Christina e Isabel siempre supieron que ellas eran mi prioridad.
¿Mi clave del éxito? La redefinición de la misma. Con el tiempo, la noción del éxito de nuestra sociedad se ha reducido a dinero y poder. A este punto, el éxito, el dinero y el poder prácticamente se han convertido en sinónimo en la mente de la mayoría, que sí te dan libertad y estabilidad, pero a la larga se convierte en un arma de dos filos. Luego de mi accidente, el éxito se redujo a sentirme bien conmigo y con los míos, a disfrutar, a estar consiente de mis bendiciones.
De mis hijas he aprendido a estar en el presente, a no distraerme por las demandas del mundo. La última vez que mi madre se enfadó conmigo antes de morir fue cuando me vio leyendo mi correo electrónico y hablar con mis hijas al mismo tiempo. «Odio que hagas mil cosas a la vez», me dijo, en un acento griego que pone el mío en vergüenza. En otras palabras, querer tener el mundo a nuestros dedos (literalmente) puede impedirnos esa conexión profunda con las personas más cercanas… ¡Incluyéndonos!
Te soy honesta, no tengo ni idea qué clase de mamá soy. ¡Para conocer la verdadera historia tendrían que hablar con mis hijas! Pero más que nada, trato de darles el mismo amor incondicional que mi madre me dio. Quiero inculcarles que si alguna vez fallan yendo tras su sueños, el amor propio debe prevalecer. Mi mamá me lo enseñó desde muy pequeña y me ayudó a ser más fuerte ante los fracasos. Aún recuerdo sus palabras: «el fracaso no es lo contrario de éxito, es una base para el éxito», y este consejo ha sido útil infinidad de veces en mi carrera. HuffPost cobró vida con críticas variadas, entre ellas algunas muy negativas, como la de una mujer que llamó al sitio «una basura que es simplemente irreparable» Un año más tarde, ella me escribió y me preguntó si podía escribir para el sitio… ¡por supuesto que le dije que sí! Karma, amigas, karma.
Para prosperar, en cualquier área de tu vida, sólo debes estar consiente. Debes estar alerta de dónde estás, de tus sentimientos, de tus ambiciones. Si me preguntas, ahora me he autoimpuesto varias reglas simples que me centran en el aquí y en el ahora. Digamos que son mis principios básicos:
-Desconéctate del mundo digital. Parece imposible, ¿cierto? Pero poner esa barrera te ayudará a motivar tu mente, tu creatividad. Cuando te levantes por la mañana, no comience tu día mirando tu teléfono. Toma un minuto para respirar profundamente, estar agradecido, o definir tu intención para el día.
-Medita cinco minutos al día. Sólo unos minutos, beneficiará tu salud, tu estado de ánimo… ¡hasta tu vida laboral!
-Lo que no sirve, se bota. Hice un gran «auditoría» cuando cumplí los cuarenta y me di cuenta de la cantidad de proyectos que tenía encima –como hablar alemán, esquiar y aprender a cocinar. ¿Por qué llevar un equipaje innecesario? No quieras abarcar ni ahogarte en los “debería”. Analiza si realmente te va a llenar como persona y dedícale tu foco, tu tiempo, antes de pasar al siguiente. ¡Así fue como aprendí alemán, a esquiar y bueno, allí voy en la cocina!
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