Jacky Bracamontes es uno de los rostros más queridos en México y Latinoamérica. ¿Y es que quién puede resistirse a semejante carisma? Pero, a pesar de su carrera como actriz, modelo, animadora y ahora jueza de Nuestra Belleza Latina, la ex reina de belleza y mamá de Jacky y Carolina, demuestra que tiene los pies en la tierra como cualquier otra mujer.
Cuando eres madre, tienes que volverte práctica. Yo antes me ponía tratamientos en el pelo, me lo dejaba dos horas, iba al spa por masajes, a la peluquería, al facial, en fin. ¡Ahora no! No me puedo complicar con productos o rutinas de belleza. Una mascarilla en mi casa, cinco, diez, quince minutos con la niña brincando encima ¡y bye, lo que sigue! Te decía que al ser mamá se te quita el egoísmo pero, por un lado, también tienes que pensar un poquito en ti porque no te puedes descuidar. Hay que hacer ejercicios, hay que cuidarse la cara, el cabello. ¡Regálate ese tiempecito! Por ejemplo, mis niñas aún toman siesta. Apenas pegan el ojo, ahí voy yo, ejercicios, las cremas en la cara, el tratamiento para esto o aquello… La idea es aprovechar esos minutos.
Hay un producto que es bastante especial y es Koleston y no por darles publicidad –risas–. Ellos platicaron conmigo para hacer una campaña de cambio de look y recuerdo que en la reunión alguien dijo “es que las mujeres necesitan expresarse cuando viven un cambio”. En ese momento, como decimos en México, me cayó el veinte. ¡Me cayó del cielo! Feliz acepté pintarme el pelo. Aunque las mujeres le tememos a lo nuevo, hay que arriesgarse. Sobre todo después de haber sido mamá por segunda vez, yo necesitaba ese cambio desde adentro y tenía que sacarlo de alguna forma. Si tuviera que darte un consejo, te invitaría a que, si estás pasando por una transición en tu vida, te tiñas el cabello, te lo cortes, hacer algo diferente u original para verte más bella. Te juro que eso fue un antes y un después.
¡Ojalá hubiera una pastilla que nos dé el cuerpo perfecto! Pero mi secreto para recuperar la figura fue la lactancia. Darle de comer a mis bebés me ha ayudado muchísimo. Quieras o no, lo que comes “lo compartes” con tu hijo cuando estás lactando y eso gasta muchas calorías. Aparte que esa cercanía es un proceso hermoso. Ten en cuenta que, además de ese lazo tan fuerte y de fortalecer ese vínculo, estás bajando de peso. Es una bendición. Segundo, no te voy a mentir. Nunca estuve a dieta ni estaré a dieta porque no me gusta y al dar pecho puedes comer de todo un poquito sin privarte. Ahora, la parte del ejercicio sí es importante. Confieso que odio los gimnasios y el “uno, dos, uno, dos” y las pesas, sin embargo, después de dos bebés ya nada es igual. Yo me enfoco en buscar algo divertido, como bailar. También hago Pilates. El truco está en conseguir rutinas que disfrutes.
A la semana de parida me fui a hacer masajes reductivos. Le dije a un primo de Martín, mi esposo, que es cirujano, “oye tengo que regresar a trabajar en tres semanas” y era cierto. Con apenas un mes postparto tenía que conducir La Voz México ¡y necesitaba hacer algo! Él me recomendó esos masajes que te confieso que al principio me hicieron llorar del dolor pero valió la pena porque te remueve la grasa y la piel flácida que queda tras el embarazo. ¡Créeme que sí funciona!
¡Uy! Después de tener a mis hijas, mi vida dio un giro inesperado. Yo siempre había querido ser mamá, pero lo que me hubiesen podido haber platicado, se quedó corto. Es increíble cómo te cambia el mundo para bien. Es un sueño hecho realidad y la verdad es que, el día que nace tu primer hijo, el día que te conviertes en mamá, se acaba el egoísmo en tu vida. Desde que nació mi hija –Mini Jacky—y ahora con la segunda, Carolina, me olvido de mí. Todo es para ellas… ¡Hasta mi esposo está celoso! Me dice, “eres pura mamá y te olvidas de mí” y por eso siempre tratamos de buscar el equilibrio. Mis hijas son mi vida, mi máxima ilusión es verlas sonreír. Tengo mucho en la cabeza ahora. Obviamente tengo que seguir preparándome para este largo camino, para ser mejor mamá y educarlas de la mejor forma porque es una gran responsabilidad. Las veo como la manera de pagarles a Dios y a mis padres todo lo que me han dado.
Esa misma responsabilidad me asusta. Lo que tú hagas, se verá reflejado en ellos. Me han dicho que los primeros años son bien importantes en la vida de un niño –desde que nacen hasta los cuatro o cinco años lo pueden marcar mucho. Cuando te digan “es que no se acuerda de lo que vive”, ¡no lo creas! Todo se le va grabando en el subconsciente y cualquier cosita que vean en ti –pelear o actuar de cierta forma– va a afectar su futuro. Por eso es un peso en mi espalda criar mujeres de bien y me aterra, pero soy una persona de retos y voy a tratar de lograrlo, con todo el amor del mundo.
Sé que suena a cliché, ¡pero mi mamá es lo mejor que me ha pasado en la vida! Ella es un gran ser humano. El ejemplo que mi madre me ha dado ha sido vital –me ha enseñado a educar con amor, que fue como lo hizo conmigo y mis hermanos. No sé cómo lo hace, pero ella es la mejor esposa, la mejor madre, la mejor hija, la mejor amiga, la mejor hermana… Siempre tiene tiempo para estar cerca de todos, para dar una palabra de aliento o un abrazo, para ser confidente, para dar consejos tan acertados. Y ese ejemplo es el que llevo en mí, hacer el bien a través de las personas que más quieres.
En el futuro, me veo disfrutando de mis hijas, de sus logros, pidiéndole a Dios que me las tenga en este mundo con mucha salud. Sí quiero un niño más. Esperemos que venga el varoncito pero si es hembrita, yo feliz. Admito que quería cuatro hijos, pero creo que mi esposo tiene razón, ¡es demasiado! Es mucho trabajo ser mamá, así que con el tercero se cierra la fábrica. En cuanto a mi carrera, seguir haciendo lo que me gusta que es estar frente a las cámaras. No he visto la oportunidad de volver a ser protagonista en una novela porque significaría despegarme de mis niñas y no es lo que quiero. Me toca hacer un balance, encontrar el equilibrio. De resto, vivir el día a día deseando que mis hijas sean felices. La vida llega con sus momentos y tú la tomas por el lado que quieras, negativo o positivo, pero quiero que mis niñas sean unas mujeres fuertes, que enfrenten los retos con una sonrisa.
Estoy muy agradecida de que me hayan invitado a Nuestra Belleza Latina. Cuando me comentaron que iba a ser parte del jurado casi me muero. Sé conducir, sé actuar pero ¿sentarme a juzgar la belleza de alguien? ¡Jamás! Lo bueno es que estoy ahí para aconsejarlas y esa parte me ilusiona mucho. Conocer sus historias, lo que sienten… Yo he estado en sus tacones porque fui parte de un concurso de belleza hace unos añitos –¡no vamos a contar cuantos pero como 15! Me encanta saber que vamos a poder compartir experiencias, anécdotas y consejos para tener una carrera exitosa. Ya me verás, llorando y riéndome con ellas. Te confieso que le tenía miedo a Osmel y Jomari, los conocía de lejitos. Pero desde el primer día, nos hemos divertido mucho. Esa es la idea, pasarla bien y que el público se entretenga. Como decía Jomari, “somos una familia, disfuncional, pero familia al fin, y luego se pelean, se contenta y se van a comer juntos”. ¡Tiene toda la razón! Somos tres jueces totalmente diferentes y no vamos a estar de acuerdo al cien por ciento. De repente habrán pleitillos por ahí, aunque siempre con respeto, tolerancia y cariño.