No hay duda que la actriz ecuatoriana, María Elisa Camargo, está pasando por el mejor momento de su carrera al protagonizar la telenovela de Telemundo, En Otra Piel –pero, esto no le quita el sueño. María Elisa se ha mantenido fiel a sus raíces y sobre todo, a los valores impuestos por sus padres, Clara Ardila y Jairo Camargo. La hija única de colombianos nos cuenta más a detalle la fabulosa –sí, porque no existe otra palabra para describirlo— relación que tiene con ellos.
La relación con mi mamá es bastante cercana. Es mi mejor amiga, mi alma gemela, es mi cómplice, es mi compinche… yo creo que la lección más grande que ella me ha dado, y me sigue dando todos los días, es su espíritu joven. Es impresionante verla conforme pasan los años; mami permanece activa, feliz… conocerla es amarla. No hay una sola persona que mi mamá toque que no simpatice. En mi caso no siempre es así. Hay veces que tengo el carácter un poco fuerte –sobre todo porque en mi independencia y en mi lucha por salir adelante he cultivado un poquito ese carácter que uno necesita para lograrlo y tener éxito.
Considero que caigo un poco en lo antipática y mi mamá me da una lección constante –que puedo ser una mujer fuerte sin necesidad de fruncir el ceño. Ella todo el tiempo tiene una sonrisa y permanece como una niña. Su espíritu es el de una niña. Ella ve todos los días con alegría; todo le parece asombroso. Encuentra la maravilla en cada cosita, en cada detalle y en cada día. Creo que eso es lo que le permite a ella tener días mágicos toda la semana y es lo que aprendo de ella siempre.
No hay novio ni amigo que supere mis vivencias con mis padres. Realmente los tres tenemos una conexión tan bonita que ha sido feo para mi vivir lejos de ellos y de mi familia completa. Aunque han sido mi único núcleo familiar, siento que el amor que me han dado se “riega de la mesa”. Soy una niña muy querida; yo fui una niña muy deseada y el amor me brota por los poros. ¿Qué extraño? Los almuerzos juntos. Éramos “tres gatos” pero valíamos como quince. Nos atragantábamos de la risa. Nosotros teníamos un lorito y se paseaba por toda la mesa, picaba nuestro almuerzo… era muy divertido. Eran momentos mágicos. La comida de la casa es una de las cosas que más anhelo porque yo soy muy de comer, soy muy del paladar. Encuentro mucho placer en la comida y pues los sabores caseros no los iguala nada. Algo curioso, yo soy muy poco de tomar alcohol, no me emborracho, pero mis pocas borracheras buenas han sido con mis papás. ¡Con eso te digo todo!
Con mi familia no he tenido mucho acercamiento porque ellos viven en Colombia y yo me críe en Ecuador. Soy hija única; mis papás han sido mi única familia durante mis primeros 17 años de vida en Guayaquil, sin embargo, en épocas especiales como la navidad, compartimos momentos muy chéveres. ¿Anécdotas especiales con mi mamá? ¡Todo! Procuramos estar los tres en un viaje una vez al año. Mi mamá me brinda momentos muy mágicos. Una vez estábamos buceando en las Islas Galápagos y nos dio un ataque de risa debajo del agua… ¡casi nos ahogamos! Tuvimos que salir a agarrar aire porque no había tanque submarino que pudiera con ese ataque de risa. Como esa historia, hay muchas. Mi mamá me tuvo ya grande y a sus casi sesenta años, nos vamos a Disney, se trepa conmigo en todos los juegos y no existe el aburrimiento en nuestra relación.
Mis papás han sido muy imparciales conmigo. Me han apoyado a través de todo, no han puesto peros. Yo estaba estudiando economía –en su mente, yo iba a ser una “mujer ejecutiva”— y el irme por el lado artístico significó un cambio fuerte para ellos. Es complicado, pues esta carrera es un poco traicionera; o la pegas, o te quedas en la lucha para siempre. Uno de los consejos más importantes que me dieron fue que nunca me olvide de mis raíces, de donde vengo, que no pierda ese sentido familiar, mi sentido del humor, que sea fiel a mi identidad… y eso me centra en el presente. En la fama, pierdes el piso con facilidad pero gracias a que mis padres han estado ahí para guiar mi camino, he podido mantenerme al margen y no sacrificar mi personalidad para alimentar mi ego… ¡al contrario! Mi mamá me ha enseñado a burlarme de mi misma constantemente y eso me fija los pies en la tierra.
Planeo ser mamá, sí, pero en futuro lejano. Siento que apenas estoy empezando a vivir. Los últimos tres años han sido los más felices de mi vida y creo que he encontrado un balance muy bonito entre trabajar, partirme el lomo, aventurarme más y conocerme como persona. Sé que estoy en la etapa más productiva física, biológica, espiritual pero también en una etapa donde sigo forjando mi camino. Seguramente voy a ser una mamá con la mente bastante “abierta”. Yo soy muy hippie, y eso no viene del lado de mis papás sino de un descubrimiento propio. Soy una mujer muy receptiva y así es como quiero que mis hijos se críen. Obviamente tomaré lecciones de mis papás, sin embargo, soy de las que piensa que no hay mejor escuela que la vida. Quisiera que mis hijos se hagan sus propios conceptos. Yo ahorita estoy en un momento donde me cuestiono todo y precisamente para que mis hijos no pasen por ese conflicto existencial, voy a ser lo más abierta posible y dejar que ellos se construyan sus propios pensamientos.