La eterna Rashel de Sábado Gigante es sinónimo de esfuerzo por donde lo veas. La cubana dejó su país para encontrar su camino y, luego de años de trabajo, Rashel Díaz se consagró como una de las presentadoras más queridas de Telemundo, en Un Nuevo Día. Pero, ¿su más grande reto? Haber sacado adelante a sus hijos, Juan Daniel y Daniela, sola. Ella misma te lo cuenta.
En esto de la belleza he aprendido que las cositas mínimas son las que ayudan. Por ejemplo, si siento mi piel muy fatigada me pongo rodajas de pepino frías o papas crudas. Remedios así son mi salvación porque mi horario de trabajo es difícil. Todo el día me la paso bebiendo agua, esa es mi regla número uno. Me hago muchas cosas naturales, como mascarillas de miel con azúcar prieta o morena para el rostro que me encanta. Siempre trato de buscar diferentes ingredientes y “menjurjes” para variar. Lo que no cambia son mis cremas –protector solar en la mañana, hidratante, contorno de ojos—y claro, nunca me voy a la cama sin quitarme el maquillaje. Como uso tanta pintura por mi trabajo, incluso en los fines de semana, me he acostumbrado a quitarlo todo, por más cansada que esté.
Amo La Prairie. Una amiga me regaló un kit de ellos para mi cumpleaños y quedé fascinada. A pesar de que los dermatólogos dicen que los productos con perfumes son dañinos, te puedo asegurar que esta marca me cambió la piel para mejor. Con respecto al maquillaje, ¡adoro todo ese mundo! Siempre estoy de preguntona con los maquillistas tratando de sacarles los mejores trucos, las cosas que funcionan, si hay algo que me gusta de ellos voy y lo compro. Por eso, utilizo muchísimo la marca MAC que es la que generalmente se usa en televisión. Ahora, en el día a día, trato de no maquillarme tanto. ¡Quedo harta del maquillaje durante la semana! La verdad es que no soy muy complicada como otros piensan.
Soy una fanática total del ejercicio. Me gusta combinar las rutinas para no aburrirme. Hago yoga, pues me ha ayudado a aminorar los dolores de cabeza que se acumulan por la tensión y el estrés y también Calisthenic, que es una rutina que se hace con barras y ligas, trabajando con tu propio peso, y desde que empecé, me ha cambiado el cuerpo literalmente. Soy bastante grande y cuando hago pesas, me pongo aún más grande. El Calisthenic me ha afinado los brazos y estilizado las piernas, ¡y eso que soy de brazos gruesos! Te da una forma tan femenina pero marcada. Nunca me había sentido y visto tan bien.
Ser mamá es lo más hermoso que te puede pasar pero también es una gran responsabilidad… más por los tiempos que estamos viviendo. Criar a un hijo es duro. Los latinos pensamos en el famoso sueño americano y venimos a trabajar, trabajar y trabajar y a veces descuidamos lo cotidiano. En mi caso trato de balancear mucho el tiempo que le dedico a ellos. Si tengo que pedir permiso para llevarlos al dentista, lo hago; nunca falto a los juegos de deporte de mi hijo, que ya tiene 16 años y es un adolescente… está en “esa edad”. Debes estar clara que la prioridad son ellos por sobre todas las cosas. Esa es la forma que vivo yo la maternidad.
¡Soy una mamá insoportable! Mis hijos te dirían que los ahogo. Pero sí, soy una mamá muy exigente. Tenemos muy buena comunicación. Hablamos de todo, de drogas, de sexo, de amigos, de rupturas, de divorcios… me ha tocado hablar de eso y creo que siempre y cuando la información venga de mi boca, es mucho más efectiva.
He tratado de enseñarles el valor de las cosas y lo que le ha costado a mamá llegar hasta donde está, que no ha sido fácil… nada me lo han regalado. Todo lo que logrado con mi esfuerzo. La importancia de la educación, de prepararse en la escuela, de las buenas notas. Gracias a Dios, ambos son buenos estudiantes. Les muestro que la familia es lo primero. Tengo una familia grande y estamos bien unidos. Nos preocupamos el uno por el otro y ellos han aprendido eso desde que nacieron, de ser atentos, del esfuerzo, de no discriminar, de pedir perdón si hemos fallado… son pilares que mantengo muy al tanto en mi diario vivir y que ven por mi ejemplo. Yo puedo decirles villas y castillos pero si no hago lo mismo, estoy perdiendo mi tiempo.
Cuando eres profesional, hay momento para todo. Yo puse mi carrera al ladito para dedicarles ese tiempo cuando eran pequeños. Al empezar la escuela, le enfoque más tiempo al trabajo. La idea es combinar. Debes aprender a elegir que trabajo vale la pena y que no. A duras cuestas aprendí eso… Yo a todo le decía que sí para no quedar mal pero me di cuenta que eso no te garantiza nada en la vida. Aun así, te digo que es difícil triunfar en una carrera y ser madre a la vez. ¿Qué ha sido fundamental en mi éxito? Mi mamá. Cuando tengo que viajar por trabajo, es mi mano derecha, le digo “mami ven tú a cuidarlos”. Por ella he cumplido muchos sueños que estando sola no hubiera podido lograr.
Mi papá ha vivido en este país desde los años 80 y mi adoración, mi deseo, era encontrarme con él. Pero mi mamá no quería irse de Cuba y, claro, mientras mami no se moviera de ahí, yo no me iba. Recuerdo que cuando salimos de allá, ya tenía 20 años, íbamos ella y yo solitas agarradas de la mano, dejando atrás nuestro país, llorando y llorando. Al llegar aquí prometimos nunca separarnos y, pasara lo que pasara, siempre íbamos a estar juntas y nunca íbamos a olvidar nuestras raíces. Eso fue un antes y un después en nuestras vidas. De mi madre aprendí a no dejar que lo negativo se coma mi alma positiva… sin saberlo, me creó ese hábito y hasta el sol de hoy lo pongo en práctica.
[divider]Rashel usa:[/divider]
[show_shopthepost_widget id=»411244″]