Ganadora de la primera edición de Nuestra Belleza Latina, presentadora de La Banda, modelo y unos de los rostros más queridos de la televisión hispana. Sin embargo, para Alejandra Espinoza, el mejor premio de su vida se llama Aiden Matteo. A continuación la mexicana te adentra sus roles de madre, mujer y esposa.
Desde que mi bebé nació, he pisado el gimnasio una que otra vez porque no me gusta dejarlo con alguna niñera. Yo prefiero ejercitarme en casa. Gracias a Dios, no tengo tanta necesidad de “cardio” así que me enfoco en tonificar. Cuando él se duerme durante el día, tomo esa hora para hacer un poquito de pesas, de piernas y en cada ratito libre me estiro… Mi gimnasio es mi sala. Aparte tomo muchísima agua y no me duermo con maquillaje. Nunca vas a verme ni siquiera tomar una siesta maquillada y siempre trato de ponerme bloqueador solar. Creo que es cuestión de cuidarse por dentro para que lo de afuera sea simplemente un reflejo.
No utilizo crema de noche; lo que sí uso es vitamina E y aceite de coco. Religiosamente me lavo la cara con mis jabones y ya luego me pongo mi “embutido” de aceite de coco con ampollas de vitamina E y es espectacular. No tienes idea de cuánto me ha cambiado la piel ¡y es mucho más económico! En cuestión de productos, no me puede faltar crema de manos –se me resecan mucho y si no las hidrato, me desespero— un brillito de bocas, rubor y mi botella de agua.
Mi vida como mamá es muy similar a la de antes; la única diferencia es que ahora estoy acompañada por una personita. Obviamente tengo más responsabilidades. He aprendido a ser mucho más práctica. Fíjate, en una maleta carry on meto mi ropa y la de mi niño, cosa que era imposible hace años. Para un viaje, yo usaba una maleta de las grandes, de esas que tienes que chequear en la entrada, llena de “opciones”. Ahora no existe un “por si acaso”. ¡Lo que me llevo es lo que me pongo!
Me gusta haber cambiado en ese sentido porque considero que la practicidad es esencial para las madres. Un niño te consume mucho tiempo y si además le agregas detallitos, se te va la vida completita ahí. Gracias a Dios que me dio una bendición enorme con un bebé que es muy bueno. Matteo es un excelente niño y se porta súper bien. Le encanta viajar conmigo y ya eso es una ventaja. Aunque sus horarios se descuadren, se ajusta. Es un guerrero, ¡no se raja! Cuando me quiero levantar, él se despierta, cuando me quiero dormir, él se acuesta… Está adaptado a nuestro ritmo.
Mi mayor miedo como mamá sería fallar. A Matteo le tocó vivir en este mundo de apariencia, donde todo se ve color de rosa, donde pareciese que uno tiene tanto, tanto, tanto… Me asusta que caiga por eso. Quiero que sea un niño humilde, que no sea engreído, ¡que sea un niño normal! No soy una mamá que lo llena de juguetes. De hecho, en Navidad le pedí a mi familia que no le dieran regalos. Siempre he tratado de que lo que Matteo tenga sea para su aprendizaje, juguetes que le están enseñando algo. Cuando veo que ya se aburrió, pues le compró uno nuevo.
Para su cumpleaños decidí pedirles a los invitados que llevaran juguetes de todas las edades porque queremos a donarlos a una institución en Tijuana, a su nombre. No quiero que llegue el día y yo tenga que enseñarle a ser una persona dadivosa, a compartir. Quiero que sea parte de su vida, de su cabeza, de su esencia, desde un principio. Yo creo que mientras más chiquitos se les enseñe eso, mejores resultados vamos a tener.
La crianza que tengo con Matteo es en referencia a lo que mi mamá hizo conmigo y con mis hermanos. Él es un niño más. No le va a pasar nada si de repente se cae, si llora un poquito. Quiero que sea un niño fuerte, justo como nosotros. Mi mamá siempre fue relajada. Matteo come desde que empezó a pedirme ¡y yo le daba! Precisamente por seguir sus consejos.
No encuentro dificultad alguna en esto de ser madre todavía, más que Matteo tiene un carácter divino, una personalidad definida. Su carácter es muy parecido al mío. Es exageradamente comelón y cuando tiene hambre y no le dan comida se pone histérico. Cuando está en su siesta y lo levantan por alguna razón, también se pone histérico… ¡Justo como yo! Físicamente es idéntico al papá pero en la manera de ser somos tal cual.
La lección que me ha dejado la maternidad es entender que mi vida no me pertenece. Juré durante 26 años que mi vida era mía; y cuando nació mi hijo me di cuenta de que mi misión en la tierra era venir a ser madre, a amar y cuidar a otro ser. Ahora esa criatura de un año hace y deshace lo que quiera conmigo.
Mi esposo y yo tenemos ocho años de relación; nos casamos hace cuatro. Desde que Aníbal y yo supimos que estábamos enamorados, quisimos formar una familia. Nuestro plan de ser padres vino un poquito más tarde. Todo lo que ha sucedido en nuestra vida después de la llegada de Matteo ha sido exactamente como lo imaginábamos.
Tanto así que cuando soñábamos con tener un hijo, hablábamos de cosas tontas tipo “te imaginas en Navidad que comience a tirar las esferas”… Y cuando sucedía, no podíamos molestarnos. Nos volteábamos a ver y nos reíamos porque nuestro deseo era así igualito. Matteo no hizo más que traer felicidad a nuestra vida, más unión. La verdad es un niño alegre, bien familiar, le encanta estar con nosotros en casa. Estamos muy contentos.
Antes de tenerlo, yo siempre decía que quería tener cinco o seis hijos. Por haber venido de una familia muy grande, le decía a Aníbal ¡a mí los que Dios me mande! Él trataba de buscar el punto medio. Si yo quería seis, él negociaba a tres, máximo cuatro. Ahora con Matteo mi mentalidad cambió. Me fascina estar con él. Pienso que un niño necesita atención, por lo menos los primeros años; y nosotros como padres también.
Yo respeto mucho a la gente que tiene un niño detrás de otro. Mi mamá lo hizo, ella tuvo 10 hijos y nos fue muy bien, como hermanos somos bastante unidos. Pero lo que yo quiero es dedicarle tiempo a Matteo; estar con él solo por cuatro o cinco añitos. Yo quiero que cuando yo me vuelva a embarazar, él niño sea consciente de lo que está pasando.
Creo que Dios me mandó a Matteo en el tiempo perfecto. Independientemente de estar trabajando, tengo la posibilidad de llevármelo a donde yo esté. A todo sitio donde me permitan llevar a mi hijo, ahí estoy yo con él. Nunca me quiero arrepentir de haber dejado a mi niño en la casa para ir a trabajar y tampoco me quiero arrepentir de haber descuidado mi carrera por ser madre. Dios sabe, ¿no? Cuando yo quería niños, ahora mismo entiendo que no era el momento correcto porque no tenía días libres, mi horario era complicado. Sé que no hubiese podido con un bebé en esa etapa.