Para muchos, Yuly Ferreira tiene una vida de cuento de hadas, incluyendo a Fabían Ríos como su príncipe. Sin embargo, la colombiana sabe que todo a su alrededor es obra de Dios. Con esa dulzura que la caracteriza, la actriz nos habla de su rol de madre, de esposa, y las maravillas de contar sus bendiciones diariamente.
«No soy de las personas que va a un spa, masajes o todo eso; no me queda tiempo, me encantaría pero realmente no me queda tiempo. Algo que tengo muy claro es que, antes de acostarme, siempre, siempre me lavo la cara y me pongo mis cremas. Muchas veces llego de grabación, muy cansada y pienso ‘ay, por un día no pasa nada’… Sin embargo, ¡me regañó a mí misma! Un día cuenta. Eso es sagrado, todos los días me lavo la cara antes de acostarme, me desmaquillo si es necesario, mis humectantes y a la camita.
He aprendido a resaltar mis ojos, para mí es muy importante. Tengo unas pestañas largas, gracias a Dios, así que el uso de pestañina es esencial. En el día no me maquillo, solamente un brillito y me encrespo las pestañas. No me gusta ‘casarme’ con marcas, ya que la piel se acostumbra. Mis cremas del rostro son imprescindibles, por supuesto el bloqueador solar y el agua de rosas.
Me gusta tomar mucha agua. Soy una persona que come muy bien. No soy de dietas pero es que yo como muy balanceado. Me gustan las frutas, los vegetales, como bastante piña que es mi favorita. De vez en cuando me tomo un tecito verde, trato de tomarme una tacita al día, cuando puedo. ¿Qué más te cuento? Mis snacks no me faltan. Preparo meriendas para Fabián cuando tiene que estar todo el día afuera, trato de llevar una lonchera saludable por si acaso en mi trabajo no hay nada, así como chévere y sin abusar.
En la mañana, juiciosa, bebemos jugo verde varios días a la semana, recién levantaditos. Mi esposo sí se toma un café y yo mi juguito verde. Mi meta diaria es comer cada tres horas, primero por salud para que no se me baje el azúcar y también porque eso mantiene un poco acelerado el metabolismo. Me ayuda a no caer en pesadez. Me gusta hacer deporte, me gusta ir a bailar, hacer clases de zumba y uno o dos días a la semana voy a fortalecer un poco las piernas. Señoras, ¡hay que fortalecer las rodillas!
Dicen por ahí que ‘mente sana, cuerpo sano’, interiormente también dedico mucho a la oración, me encanta leer, me encanta hablar con Dios. Antes de iniciar la mañana hago una rutina de silencio, de pensar, de agradecer, de agradecer mucho a Dios por todas las bendiciones recibidas.
¡Yo soy una mamá intensa, extensa y profunda! –risas. Vivo encima de Lucía. Mi horario, cuando no estoy trabajando, gira en torno a ella. Cuadro las mañanas, mientras está en la escuela, para hacer diligencias y a eso del mediodía, la acompaño en el almuerzo. Colaboro en las actividades que me piden las profesoras… ¡Prácticamente me preguntan si trabajo en el colegio! Estoy muy pendiente de Lucía, de su alimentación, el deporte, pues ella hace gimnasia y fútbol. Me gusta ayudarle en las tareas… Mejor dicho, vivo encima pero me encanta.
Me considero una mamá a la antigua, en el momento que tengo que corregir a mi hija y hablar con ella lo hago, esté quien esté y donde sea, no me da pena. La educación que le tenemos Fabián y yo es chapada a la antigua, muy parecido a como nos educaron a nosotros. Es un régimen de disciplina pero con mucho amor. Mi vida de mamá es una parte que realmente me hace muy feliz. Soy muy consentidora. Lucía, gracias a Dios, es una niña que responde muy bien, es muy amorosa, muy juiciosa… Yo no tengo quejas, mi momento favorito es mi tiempo con Lulu.
De ser madre me asustaba el embarazo, porque no sabía cómo iba a tomar las decisiones, cómo iba a ser… Es enfrentarse a algo nuevo. Salvo los miedos comunes, ahora estoy feliz. Cada día es un aprendizaje y Lucía me da las ‘pautas’. Nos enseña a tener paciencia, tolerancia… Estamos aprendiendo los tres juntos como familia, es una etapa maravillosa.
Mi mamá me ha enseñado a tener paciencia, con todo en la vida y más con los niños… Yo le decía: ‘¿mami, pero por qué pregunta de nuevo si le acabo d explicar?’. Me respondió: “es muy importante, porque ellos están grabando, son una grabadora, que todo lo que uno ve, todo lo que uno dice y hace es lo que ellos ven, dicen y hacen”. Ese consejo se quedó conmigo.
Hasta el momento he hecho lo que he querido, gracias a Dios. Vamos a ver con qué nos sorprende ahora… Dios es maravilloso; Dios nos sorprende de maneras impresionantes. Este último proyecto que hice me encantó porque pude trabajar, pude estar pendiente de mi hija, pude estar pendiente de mi casa, de mi esposo y todo ha funcionado bien. Dios me ayuda a tener el equilibrio en mi vida, me siento bendecida por eso. ¿Y el hermanito o hermanita para Lucía? Eso está en manos de Dios –risas— queremos, sí claro, vamos a ver cuál es el tiempo de Dios».