Como madres, es un hecho que todo lo que nos rodea tiene nuestra atención, ¡excepto lo que realmente sentimos! Por más que andes a mil hora, cuidar de tu bienestar debería ser parte esencial de tu rutina; y aunque sí, una escapadita al spa o un baño de burbujas con champaña en mano pueden animarte, nada es mejor que ajustar tu día e incorporar simples hábitos que, a larga, cambiarán tu vida. ¡Conoce lo que ha hecho nuestro equipo!
Ajústate a una nueva rutina de sueño
Sabemos que es muy difícil dormir ocho horas diarias justo como lo receta el doctor. Sin embargo, mamá, un sueño es profundo ayuda a regenerarte por dentro y por fuera. Además de tomar agua, una buena rutina de sueño cada noche es prácticamente lo único que necesitas para sentirte feliz. Bien sea que tengas un recién nacido en casa o te has convertido en una mamá veterana con niño más grandes, acostumbra a los tuyos a un horario establecido y no olvides cumplir tú también con esa misma regla.
Si no puedes conciliar el sueño (¡a todas nos sucede! Pasamos el día cansadas y apenas tocamos nuestra camita, la mente empieza a tener vida propia), prueba con unos minutos de meditación a través de alguna aplicación del celular, ejercicios de respiración o escuchando música tranquila –Rebeca, por medio de las redes, nos dejó saber que ella logra dormirse más rápido con uno de los peluches de su bebé que tiene melodías.
Para aquellas mamás que ya hayan terminado de dar pecho o no sufren de ninguna condición médica, unos miligramos de melatonina o manzanilla, antes de acostarte, hacen milagros. Las opciones de Good Day Chocolate en Calm y Sleep no sólo saben delicioso, también calma tus nervios, te relaja y ultimadamente te ayuda a dormir mejor.
Controla tus deseos de azúcar
El azúcar es un arma de dos filos pues aunque en el momento te da un “subidón” de energía al disfrutar de tu postre favorito, a la larga no es recomendable, sobre todo si estás buscando bajar de peso o disminuir los cambios radicales de emociones (es un hecho; ¡el azúcar también puede jugar con tu estado de ánimo!). Controlar el deseo de consumir dulces no es del todo fácil pero tampoco es imposible.
Parte de nuestro equipo probó Sweet Defeat, una especie de menta a base de plantas, zinc y extracto de hoja de Gymnema, única en el mercado, que promete suprimir el antojo. De esos ingredientes, la Gymnema es lo que realmente ayuda a cortar esos receptores de azúcar en la lengua. Lo consumimos después del almuerzo y la cena (momentos donde la ansiedad por postre es mayor) y nos sorprendió que le “cambió” el sabor al dulce a uno menos placentero. Sweet Defeat es natural (incluso si estás amamantando o embarazada, eso sí, siempre consulta con tu medico) e incluso con su uso paulatino puede ayudarte a perder libritas, si ese es tu objetivo.
Lo principal es entender que el dulce no debería ser un premio diario. Es, más bien, el permiso de darte un gusto de vez en cuando sin caer en remordimientos. Si tus ganas de azúcar son muy altas prueba consumir suplementos de cromo o zinc (aprobado por tu doctor o un nutricionista certificado) o simplemente enfócate en otras actividades, como caminatas cortas con tus niños o beber un vaso de agua apenas sientas la ansiedad. ¡La clave es estar presente en el momento!
Refuerza tu inmunidad
Para una madre nada es peor que enfermarse a la par de sus hijos. Bien es cierta la frase que dice que todos tienen el permiso de caer en cama… Menos mamá. Varias lectoras nos dieron un truquito: jarabe o píldoras de baya de sauco, conocido como Elderberry. Gracias a sus propiedades antocianinas es incluso más potente que la vitamina C para prevenir refriados y reforzar tu sistema inmunológico.
Un suplemento específico para niños, además de alguno para ti (una de nuestras escritoras le dio el visto bueno a Elderberry Immune Support Gummy, de Zarbee’s) logrará que tu cuerpo se sienta preparado para los cambios de temperatura y estación, sin mencionar las siempre presente bacterias que traen los pequeños del colegio. Una mamá saludable físicamente es más fuerte en el día a día, evitando así consumirse por la ansiedad o el desespero de no cumplir con la expectativa de su rol de madre.